La Organización Mundial de la Salud hizo un llamado a la detección y tratamiento de las hepatitis víricas que, si se mantiene la tendencia de infección, en 2040 puede matar a más personas que el paludismo, la tuberculosis y el VIH juntos.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la hepatitis es una inflamación del hígado que puede causar problemas en la salud y llegar a ser mortal. Actualmente, existen cinco cepas, denominadas de la A a la E, que se diferencian en los modos de transmisión, la gravedad de la enfermedad o los métodos de prevención. En el mundo, se estiman 325 millones de casos con hepatitis B o C.
Los síntomas de la A, B y C pueden incluir fiebre, malestar, pérdida del apetito, diarrea, náuseas, orina oscura e ictericia, coloración amarillenta de la piel y los ojos. Puede causar una infección crónica en el hígado que evolucione a una cirrosis o cáncer en el hígado. La hepatitis D se desarrolla en personas infectadas con hepatitis B, y puede desarrollar más rápido la cirrosis. La hepatitis E contempla dolor abdominal, escozor y dolor articular.
Algunos tipos son prevenibles con vacunación, como la A y especialmente la B que de la misma manera previene la D, y reduce el riesgo de transmisión de madre a hijo si es aplicada en el parto. La infección del tipo B se trata con antivirales, y el tratamiento puede retrasar la cirrosis o reducir la incidencia del cáncer en el hígado.
Por otra parte, la hepatitis C no cuenta con vacuna y algunas personas pueden recuperarse por sí solas, así como otras pueden desarrollar complicaciones. Este virus se trata con antivirales.