Todos los lunes, miércoles y viernes, más de 40 niños de escasos recursos del Chocó ingresan al auditorio del Comando de la Policía para aprender inglés bajo la tutoría de dos paisas que hablan perfectamente el idioma y quienes tienen claro que en la educación está parte de la solución a los problemas de los niños, niñas y adolescentes de Quibdó y sus alrededores. El teniente Arley Ricardo Betancur, jefe del Grupo de Protección y Servicios Especiales, dos de nuestros compañeros pertenecientes al Grupo de Turismo y Protección, aunaron esfuerzos para que, a través de clases llenas de juegos y ayudas didácticas, los pequeños aprendan a entender y a hablar esta lengua foránea, cuyo dominio es clave en el mundo moderno.
“La idea surgió a comienzos de 2015 cuando nos pusimos a mirar qué más podíamos hacer por la gente de nuestro querido Chocó. Como aquí la educación es precaria, pues nos pusimos como meta enseñarles inglés a los niños y así contribuir a que tengan un mejor futuro”. Los dos instructores se alejan de los convencionalismos, para enseñarles como si fueran bebés que hasta ahora están aprendiendo a hablar, para que piensen y se expresen en inglés. A la par con las entretenidas clases de inglés, que durarán un año, los policías bilingües ya comenzaron a golpear puertas en búsqueda de becas que les permitan a muchos de estos estudiantes profundizar su conocimiento una vez culminen clases con ellos. “Es importante encontrar ayuda para que la idea se fortalezca, se consolide y dé mejores resultados”.
Parte del curso también lo aprovechan para ayudar a formar a los niños en valores humanos y en alejarlos de problemáticas como el alcohol, la drogadicción, la prostitución y el maltrato. Como parte del acercamiento a la comunidad, ellos se preparan para lanzar la campaña ‘Quibdó limpio, un compromiso de todos’, con la que pretenden no solo embellecer la ciudad sino crear conciencia colectiva sobre la necesidad de preservar armoniosos los espacios de convivencia ciudadana. El teniente también es un enamorado de la naturaleza y, como parte de su trabajo, se decida a impedir el tráfico ilegal de lora y fauna. Es frecuente la incautación de búhos cachudos, halcones peregrinos y osos perezosos, por los que los traficantes cobran entre tres y cuatro millones de pesos.