La vida de Patricia Poloche de 33 años de edad, nacida en el municipio de la Dorada cambió inesperadamente al sufrir a sus 9 meses de edad una fiebre muy alta que le ocasionó una miringitis y una poliomielitis, virus que le provocó por un tiempo sin visión y sin movilidad en sus extremidades inferiores.
Esta condición le impide el crecimiento normal para moverse libremente por su casa, arrastrándose, Patricia, vive con su madre Carmen Elisa de 66 años de edad, en una casa humilde del barrio Corea del municipio de La Dorada, quien enfrenta diariamente desafíos económicos y personales para los desplazamientos de su hija, ya que no cuenta con los medios para ir a sus citas médicas y o desplazarla hasta el plantel educativo.
Los constantes acercamientos a los territorios y a las personas por parte de los uniformados que laboran en esta unidad policial, logran conocer de primera mano, la gran necesidad de Patricia, una joven de corazón noble que pese a su condición se dedica a su estudio, sus ganas de vivir y entusiasmo lo plasma día a día en los miles de dibujos, actividad que ama y que labora con esfuerzo por su condición, para ella cada dibujo es plasmar lo más bonito de la vida en una hoja de papel, siendo motivo de alegría y orgullo, un esfuerzo digno de admiración y superación personal, porque para ella su ilusión más grande es convertirse en una gran pintora.
Doña Carmen, quien sostiene el hogar, se encuentra desempleada y lo que poco que gana es gracias a favores o mandados por parte de sus vecinos.
Conmovidos por la situación de Patricia y su madre, el subintendente Jhon Jairo Arias Díaz, acompañado de la Policía Comunitaria de La Dorada, decidieron tomar cartas en el asunto para mejorar la calidad de vida de estas personas y tocar puertas para realizar las gestiones necesarias para obtener silla de ruedas.
El momento tan anhelado llegó para Patricia y su madre cuando observan a los uniformados llegar a su residencia con la más hermosa silla de ruedas, Patricia no pudo contener la emoción y la gratitud que invadió su corazón.
Esta gestión no solo fue importante en su vida, sino un recordatorio del poder transformador del amor y la solidaridad por parte de la Policía Nacional y la comunidad. Una ayuda que perdurará para siempre en su memoria y en la de aquellos que fueron parte de este gesto de generosidad y afecto.